Es un espacio de bienvenida a la reflexión personal en donde además podrás encontrar relatos, cuentos e historias de vida para pensar, podrás compartir historias de vida y recibir asesoría del creador del Blog
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miércoles, 13 de abril de 2011
Bienvenidos
Hola este es un espacio para compartir cuentos, relatos, historias, metáforas de vida que nos sirvan para aprender a reescribir nuestra historia personal de existencia, al tener alternativas para ser leídas a través de nuestra sabiduría interior.
FÁBULA DE LA HORMIGA FELIZ
Anónimo
Todos los días, muy temprano llegaba a su empresa la hormiga
Productiva y feliz. Allí pasaba sus días, trabajando y tarareando una antigua canción de amor.
Ella era productiva y feliz, pero ¡ay!, no era supervisada.
El abejorro gerente general consideró que ello no era posible, así que se creo el puesto de supervisor, para el cual contrataron a un escarabajo con mucha experiencia en JIT, Poka Yoke & Kan Ban.
La primera preocupación del escarabajo supervisor fue organizar la hora de llegada y de salida y también preparó hermosos informes.
Pronto fue necesario contar con una secretaria para que ayudara a preparar Los informes, así que contrataron una arañita muy picuda en PFMEAs que Organizó los archivos y se encargó del teléfono.
Mientras tanto la hormiga productiva y feliz trabajaba y trabajaba. El abejorro gerente estaba encantado con los informes del escarabajo supervisor, así que pidió cuadros comparativos y gráficos, indicadores de gestión y análisis de tendencias. Entonces fue necesario contratar un gorgojo especialista en ISO 9000, SPC y GDT para el supervisor y fue indispensable un nuevo computador con impresora a color.
Pronto la hormiga productiva y feliz dejó de tararear sus melodías Y comenzó a quejarse de todo el papeleo que había que hacer ahora.
El abejorro gerente, entonces, consideró que era momento de adoptar medidas.
Así crearon el cargo de Gerente del Área donde trabajaba la hormiga productiva y feliz.
El cargo fue para una cigarra "Black Bell" que alfombró su oficina Se hizo adquirir un sillón especial. El nuevo gerente necesitó - claro está - un nuevo computador y - cuando se tiene más de un computador - hay que tener una red local y por supuesto un ingeniero de sistemas, cargo que fue ocupado por un aguerrido Piojo egresado de la UNAM, muy ducho en Windows NT, Linux, Oracle, CISCO, SAP, AS400 y UNIX.
Con tanta información, el nuevo gerente pronto necesitó un asistente (Un grillo trilingüe con 5 años de experiencia en MRP que había sido su ayudante en la empresa anterior), para que le ayudara a preparar el plan estratégico y el presupuesto para el área donde trabajaba la hormiga productiva y feliz.
La hormiga ya no tarareaba sus viejas melodías y cada vez se le notaba más irascible. "Vamos a tener que contratar un estudio de clima laboral un día de estos" dijo la cigarra.
Pero un día el gerente general, al revisar las cifras, se dio cuenta que la unidad de negocios (donde trabajaba la hormiga productiva y feliz), ya no era tan rentable como antes. Así que contrató al búho, prestigioso consultor de World Class Consulting Group, para que hiciera un diagnóstico.
El búho estuvo tres meses en la empresa y pronto emitió un sesudo informe:
"Hay demasiada gente en este departamento.....". Así el gerente
general siguió el consejo del consultor y... despidió a la hormiga productiva y feliz
Moraleja: SI ERES HORMIGA PRODUCTIVA Y FELIZ, INSTALA TU PROPIA EMPRESA Y MANDA A LA FREGADA.... A LOS DEMAS.
SI ERES CUALQUIERA DE LOS OTROS PERSONAJES, iFELICIDADES¡¡ YA FREGASTE!!
La Vacas de la mediocridad
Por: Camilo Cruz
Definamos la vaca
La vaca simboliza todo aquello que te mantiene atado a la mediocridad.
Una vaca puede ser una excusa.
Una vaca también puede ser un pensamiento irracional que te paraliza y no te deja
actuar.
En ocasiones las vacas toman la forma de falsas creencias que no te permiten utilizar tu
potencial al máximo.
Las justificaciones, por lo general, son vacas. Éstas son explicaciones que has venido
utilizando para justificar por qué estás donde estás, a pesar de que no quisieras estar
ahí.
Como ves, las vacas pueden adoptar diferentes formas y disfraces que las hacen
perceptibles en mayor o menor grado. En general, toda idea que te debilite, que o que
te dé una salida para eludir la responsabilidad por aquello que sabes que debes hacer,
es seguramente una vaca.
Las excusas son las vacas más comunes. Éstas no son más que maneras cómodas de
eludir nuestras responsabilidades y justificar nuestra mediocridad buscando culpables
por aquello que siempre estuvo bajo nuestro control.
Sólo tres cosas son ciertas acerca de las excusas:
Si verdaderamente quieres encontrar una excusa, ten la plena seguridad que la
encontrarás.
Cuando comiences a utilizar esta excusa (vaca), ten la total certeza que encontrarás
aliados. ¡Sí! Vas a encontrar personas que la crean y la compartan. Ellas te van a decir,
“yo sé como te sientes porque a mí me sucede exactamente lo mismo”.
La tercera verdad acerca de las excusas es que una vez las des, nada habrá cambiado
en tu vida. Nada habrá cambiado acerca de tu realidad. Tu mediocridad seguirá ahí, el
problema que estás evitando enfrentar mediante el uso de esa excusa permanecerá
igual. No habrás avanzado hacia su solución, por el contrario, habrás retrocedido.
Las excusas son una manera poco efectiva de lidiar con el peor enemigo del éxito: La
mediocridad.
Cierto tipo de pensamientos se convierten en vacas porque no nos dejan actuar y nos
paralizan. Muchas veces son ideas que hemos venido repitiendo sin saber por qué.
Ideas que escuchas de otras personas y la repetición y el tiempo las han convertido en
dichos populares que no son más que mentiras revestidas de una fina capa de algo que
se asemeja a la verdad.
Un ejemplo de esto es la tan común idea de: “Yo soy una persona realista”. ¿Si ves? Si
le preguntas a una persona positiva si ella es optimista, con seguridad te dirá que sí. No
obstante, si le preguntas a una persona negativa si ella es pesimista, seguramente te
responderá algo así: “Yo no soy pesimista, yo simplemente soy realista”. Si te das
cuenta, éste es un pensamiento que no sólo te impide ver tu propio pesimismo, sino
que programa
qué logras ver y no ver del mundo que te rodea.
El pesimista vive en un mundo negativo y deprimente, mientras que el optimista vive en
un mundo positivo y lleno de oportunidades. Sin embargo, los dos están viviendo en el
mismo mundo. Las diferencias que ellos observan son sólo el resultado de sus
pensamientos dominantes.
Los pesimistas, por ejemplo, tienden a reaccionar negativamente ante todo, casi de
manera automática. Su visión de la vida y sus expectativas son casi siempre pobres. No
obstante, ningún bebé nace con una actitud negativa, éste es un comportamiento
aprendido o socialmente condicionado por el medio. Todos los días programamos
nuestra mente para el éxito o para el fracaso, muchas veces de manera inconsciente.
La buena noticia es que así en el pasado hayamos permitido que nuestro entorno, o
aquellas personas que se encuentran a nuestro alrededor, nos hayan condicionado
para el fracaso, hoy podemos cambiar de actitud y reprogramar nuestra mente para el
éxito.
Los pensamientos negativos son vacas que no sólo te mantienen atado a la
mediocridad, sino que poco a poco destruyen tu vida. Generan fuerzas y sentimientos
nocivos dentro de ti, que suelen manifestarse en males y aflicciones en el cuerpo, tales
como úlceras, males del corazón, hipertensión, problemas digestivos, migrañas y otras
aflicciones.
Sin embargo, nadie nace con estas emociones y sentimientos negativos; ellas son
vacas que inadvertidamente adoptamos a lo largo de nuestra vida. Los hemos
aprendido y programado en el subconsciente y las consecuencias son desastrosas. Los
pensamientos hostiles y de enojo, por ejemplo, suben la presión arterial, mientras que
el resentimiento y la tristeza debilitan el sistema inmune del cuerpo.
¿Te has dado cuenta cómo aquellas personas que constantemente se quejan por todo,
son las mismas que suelen enfermarse constantemente? Martín Seligman, profesor de
la Universidad de Pensilvania, asevera que el sistema inmunológico de la persona
pesimista y negativa no responde tan bien como el de la persona optimista y positiva.
Los pesimistas sufren de más infecciones y enfermedades crónicas.
Un estudio realizado por la Universidad de Harvard demostró que aquellas personas
que a los 25 años de edad ya exhibían una actitud pesimista, habían sufrido en
promedio un mayor número de enfermedades serias a la edad de los 40 y 50 años.
En otro estudio realizado con 57 mujeres que sufrían de cáncer del seno y quienes
habían recibido una masectomía, un grupo de investigadores del hospital King's College
de Londres, encontró que siete de cada diez mujeres de aquellas que poseían lo que
los doctores llamaban un "espíritu de lucha" diez años más tarde aún vivían vidas
normales, mientras que cuatro de cada cinco de aquellas mujeres que en opinión de los
doctores "habían perdido la esperanza y se habían resignado a lo peor"; poco tiempo
después de haber escuchado su diagnóstico, habían muerto.
Así que como ves, muchas de estas vacas nos pueden estar robando nuestra vida.
Otros
ejemplos de vacas pueden ser ideas como: “no se puede confiar en nadie” o “con la
familia es mejor no hacer negocios”.
También hay vacas en los adagios populares que adoptamos como si fueran fórmulas
infalibles de sabiduría, pero que no son mas que ideas erradas que no nos dejan
avanzar. Dichos como: “Perro viejo no aprende nuevos trucos”, que pretenden hacerte
creer que existe una edad después de la cual es imposible aprender algo nuevo,
terminan por enceguecernos ante la grandeza de nuestra propia capacidad de
aprender.
Ahora bien, las vacas más recurrentes, y las que peores resultados traen a nuestras
vidas, son las falsas creencias. La razón es muy sencilla: estas limitaciones son falsas,
pero tú las crees verdaderas, y al creerlas ciertas, no ves la necesidad de cambiar nada
en tu vida. ¿Te das cuenta del peligro que representan estas vacas?
Por ejemplo, si en tu mente reposa la creencia de que no puedes triunfar porque no
contaste con la buena fortuna de haber asistido a la escuela, con seguridad esta idea
regirá tu vida, tus expectativas, decisiones, metas y manera de actuar. Esta falsa
creencia se convertirá en un programa mental que desde lo más profundo de tu
subconsciente regirá todas tus acciones.
¿Cómo llegan estas ideas (vacas) a convertirse en creencias limitantes? Observa la
manera tan sencilla como esto ocurre. La persona saca deducciones erradas a partir de
premisas equívocas que ha aceptado como ciertas. Algo como: “Mis padres nunca
fueron a la escuela... Mis padres no lograron mucho en la vida... Yo tampoco fui a la
escuela... Yo tampoco lograré mucho con mi vida”.
¿Ves los efectos tan devastadores que pueden tener estas generalizaciones que
nosotros mismos nos hemos encargado de crear con nuestro diálogo interno? Podemos
crear uno de los más autodestructivos círculos viciosos, ya que entre más incapaces
nos veamos nosotros mismos, más incapaces nos verán los demás. Nos tratarán como
incapaces, lo cual sólo confirmará lo que ya sabíamos de antemano: lo incapaces que
somos.
Lo cierto es que el hecho de que tus padres no hayan logrado mucho puede no tener
nada que ver con haber ido o no a la escuela. Inclusive, aunque así fuera, eso no
significa que contigo vaya a suceder lo mismo, o que tu no puedas cambiar esa
situación.
Así que cuestiona toda creencia que exista en tu vida. No aceptes limitaciones sin
cuestionar si son ciertas o no. Recuerda que siempre serás lo que creas ser. Si crees
que puedes triunfar, seguramente lo harás. Si crees que no lo lograrás, ya has perdido.
Es tu decisión.
Las justificaciones son otro tipo de vaca que te paralizan y no te dejan actuar. La razón
es muy sencilla: mientras puedas justificar algo, no te verás en la necesidad de
remediarlo. Mira como suena este tipo de vaca: “Yo sé que debería compartir más con
mis hijos, pero la verdad es que llego demasiado cansado del trabajo. Después de todo,
con el trabajo les estoy mostrando que los amo, así que no hay mucho que pueda
hacer”.
A simple vista, esta vaca parece real y quizás algunos de los lectores que la están
cargando pueden estar pensando lo mismo. Pero lo cierto es que todos nosotros
podemos emplear más tiempo con nuestros hijos.
Si ésta es tu vaca, sé creativo e ingéniate la manera de involucrar tus hijos en algunas
de tus actividades; busca compartir el tiempo con ellos durante las comidas,
pregúntales sobre su día antes que se vayan a la cama, organiza actividades
recreativas durante los fines de semana que te permitan crecer cercan de ellos. No
basta proveerles sus necesidades básicas a costa de privarlos de tu afecto. Sin
embargo, la justificación anterior hace que esta situación no te parezca tan mal. Es
más, es posible que comiences a sentirte como la víctima de dicha situación. ¿Ves lo
peligrosa que es esta vaca?
Otra excusa (vaca) que usualmente escucho para justificar esta misma situación es la
siguiente: “Lo importante no es la cantidad de tiempo que pase con ellos, sino la
calidad.” Esta es una vaca terrible, ya que justifica y hasta invita a pasar menos tiempo
con ellos. ¿Ves lo peligroso de esta vaca? Porque lo cierto es que en nuestra relación
con nuestros hijos la cantidad de tiempo que pasemos con ellos es tan importante como
la calidad. Es más, si yo tuviese que elegir una de ellas, elegiría cantidad.
¿Por qué puede un ser humano mantener una vaca en su vida a pesar de saber que le
está privando de vivir una vida plena y feliz? Parece ilógico mantener algo que va en
detrimento de nuestra propia vida.
Muchas personas no son conscientes de las vacas que tienen; otras son conscientes de
ellas, pero, igual, las siguen cuidando y alimentando, ¿por qué? Por una sencilla razón,
porque las vacas nos proveen una zona de confort, una excusa.
Por lo general las vacas depositan la culpabilidad por nuestra situación fuera de
nosotros mismos. La culpa de nuestra mala suerte es de otras personas, de las
circunstancias o del destino. Sin ninguna vaca que justifique nuestra mediocridad, no
seríamos más que unos incapaces de aceptar la responsabilidad por nuestro éxito. Sin
embargo, la vaca nos convierte en personas con buenas intenciones, a quienes
infortunadamente la suerte no le ha sonreído y nos convertimos en víctimas del destino.
Entonces, como ves, la mediocridad es peor que el fracaso total. Éste al menos te
obliga a evaluar otras opciones. Cuando has tocado fondo, y te encuentras en el punto
más bajo de tu vida la única opción es subir.
Con el conformismo sucede todo lo contrario, puesto que éste engendra mediocridad y
a su vez, la mediocridad perpetúa el conformismo. Es ciertamente un círculo vicioso
autodestructivo. El gran peligro de la mediocridad es que es aguantable, es vivible. La
absoluta miseria, el fracaso total, el fondo, te obliga a tomar cualquier tipo de acción, y
cuando estás en dicha situación, cualquier acción es mejor que no actuar.
Maltrato invisible
Maltrato invisible
Gaudi Rodríguez Juárez*
Publicado en periódico el Correo, sección “Hilar y deshilar”. Domingo 9 de julio de 2006
La violencia familiar tiene una característica de los microorganismos: ha existido desde hace mucho tiempo, pero solo hasta hace poco se ha descubierto. Y es que juntar ambas palabras (“violencia” y “familia”) resultó muy difícil debido a que durante una larga época la familia fue considerada como un espacio idealizado, de crecimiento y realización afectiva para sus miembros, de donde emanaba amor, respeto, comprensión, seguridad, consideración, etc.; mientras que la violencia era concebida como una cuestión del espacio extra-familiar o público, algo que solamente existía en las guerras, en las calles o barrios peligrosos y que era ejercida por personas delincuentes o trastornadas mentalmente. Investigadores del tema explican que durante ese tiempo la visión sesgada de la realidad familiar retrasó la posibilidad de hacer visible la otra cara de la familia: como un entorno potencialmente nocivo en el cual también se pueden violar los derechos humanos, en el que se puede experimentar desprotección, miedo e inseguridad y en el que se puede aprender la resolución violenta de conflictos interpersonales. Demasiado trabajo ha costado reconocer que uno de los principales espacios de violencia es el doméstico, y que los generadores son gente común y corriente: hombres, mujeres, pobres, ricos, eruditos, ignorantes, empleados, desempleados, sanos y enfermos mentales, alcohólicos y no alcohólicos, es triste pero es real.
Aun en la actualidad hay quien se resiste a aceptar que en muchas familias existen tantos malos tratos. Esta actitud suele estar sostenida por dos elementos significativos: 1) Tratar mal a las personas consideradas más débiles, ha sido algo constante en la historia de la humanidad, por lo tanto, este tipo de trato se ha llegado a considerar como normal o natural, y 2) Por carecer de herramientas y criterios para detectar los diferentes tipos de maltrato. Para descubrir la existencia de los microorganismos fue necesario inventar el microscopio, para dar cuenta de la violencia familiar se requirió de la elaboración de conocimientos e instrumentos de observación y detección; el problema estriba en que estos aun no han logrado popularizarse como el microscopio.
Es tan reciente el “descubrimiento” de la violencia familiar que aun muchos de los/as profesionales relacionados con su detección y atención (maestros, policías, psicólogos, médicos, jueces, trabajadores sociales, abogados, etc.) desconocen su dinámica, sus causas, consecuencias, mecanismos de acción, etc. Y aunque el concepto ya forma parte del vocabulario, sigue cargado de mitos que contribuyen a que el problema persista y se reproduzca: “¡Ese señor ayuda tanto a la gente, cómo es posible que lo acusen de maltratar a su esposa, algo ha de hacer ella para provocarlo!”, “las personas que tienen muchos estudios (en educación y salud), deben tratar muy bien a sus hijos”, “lo que pasa es que desde que existen los derechos humanos a todo le llaman violencia”, “mantener desinformada a la pareja acerca de los ingresos económicos familiares no es violencia”, “en la sociedad hay problemas más importantes por resolver, los casos de violencia familiar son pocos”, “el abuso sexual y las violaciones solo ocurren en lugares peligrosos y oscuros, y el agresor suele ser un desconocido”, “más vale un golpe a tiempo con los hijos”…
El maltrato físico es visible y fácil de identificar debido a que los golpes dejan marcas evidentes en el cuerpo de la víctima. Sin embargo, existe otro tipo de maltrato difícil de reconocer, me refiero al emocional, su reconocimiento se dificulta debido a que no deja inscripción en el cuerpo y debido también a que la víctima (y el observador), no tienen los elementos para relacionar o identificar los daños, podríamos decir que es un maltrato invisible, existe pero no se ve. Jorge Corsi señala que un niño puede estar gravemente dañado desde el punto de vista emocional y sin embargo no mostrar cicatrices exteriores. Puede estar sufriendo el efecto paralizante de sentirse despreciable, sin comprender ni poder explicar el por qué.
Ejemplos del maltrato emocional infantil son, la violencia verbal crónica, la falta de respuesta emocional a las necesidades de contacto afectivo, el constante bloqueo de las iniciativas infantiles, la ausencia de contacto corporal, la indiferencia frente a sus estados de ánimo, hacerlos testigos de la violencia cotidiana entre los padres. Decirle a un niño de manera constante y recurrente que es un idiota, que no sirve para nada, que no debió nacer; que no llore y se aguante como los hombres; presionarlo o avergonzarlo con tal de que sobresalga en la escuela, en el deporte o en la vida social; que el padre nunca lo abrace ni lo bese porque “no se vaya a hacer homosexual”; que los papás divorciados le obliguen a tomar partido por alguno de los dos; que al hijo adoptivo le oculten la información de su pasado o que le hablen mal de sus padres biológicos; que la mamá diga en presencia de su hija: “me chocan los días festivos porque se suspenden las clases y me tengo que quedar todo el día con esta chiquilla”, son más que golpes, son dardos o balas directos al corazón, a la psique, al espíritu, que originan heridas difíciles de curar, que en ocasiones duran toda la vida y que matan poco a poco el alma del ser humano.
Las características de la víctima y del victimario (edad, característica del vínculo, temperamento, etc.), así como la intensidad y frecuencia del abuso emocional, determinarán el nivel del daño, pudiendo ir desde ansiedad, inseguridad y baja autoestima, pasando por trastornos de la personalidad, dificultades para el aprendizaje, enfermedades psicosomáticas y depresión, hasta conductas delictivas, suicidad u homicidas.
Los expertos en el tema nos recomiendan revisar las nociones míticas que hemos aprendido desde los cuentos infantiles y los textos escolares que muestran a la familia como lugar ideal. Seamos concientes de que la familia puede ser un frondoso árbol donde guarecerse y también puede ser una cuerda que ata… que asfixia… que ahorca. Sembremos y trabajemos día a día para construir árboles, no este tipo de cuerdas.
*Director Operativo de Amigo Daniel, A. C
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